Mientras Europa mira hacía un futuro verde y sostenible, Madrid retrocede. La derogación de Madrid Central ha dejado clara la irresponsable posición del Partido Popular. No contaremos con ellos en la lucha por la salud y el medio ambiente. Y en este contexto, cuando más falta hace el liderazgo del gobierno central en este tema, lo que nos llega de Moncloa es el plan de ampliación del aeropuerto de Barajas.
A pesar de los escasos datos que han salido a la luz acerca del proyecto, las consecuencias ya se prevén: mayores niveles de contaminación, tanto atmosférica como acústica, que sufrirán especialmente los municipios colindantes, con Coslada a la cabeza. Nuestro municipio lleva años siendo uno de los más contaminados de España.
La solución pasa inevitablemente por la disminución del uso de automóviles y para ello es imprescindible que desde las instituciones se ofrezcan alternativas para una movilidad más sostenible. Por esta razón, desde Más Madrid llevamos meses demandando al gobierno de la comunidad un abaratamiento y mejora sustancial de los transportes públicos que enlazan Coslada y Madrid. También presentamos una propuesta para unir los carriles bici de ambas ciudades posibilitando el desplazamiento entre ambas. Desafortunadamente, ambas propuestas han sido obviadas por el ejecutivo de la región.

Ante esta situación, la idea de ampliar el aeropuerto ha causado un malestar generalizado en nuestros barrios. Los fondos europeos pueden servir para comenzar una industralización verde que genere empleo de calidad y combata la crisis climática.
Y un lugar de eso el ejecutivo de Sánchez nos trae un proyecto que repite los peores errores de los años 90, de la economía del pelotazo y infraestructuras faraónicas. Será malo para España y Madrid, pero son Coslada y otros municipios cercanos quienes se convertirán en el gran daño colateral de este desarrollismo rancio. La presencia de gases contaminantes en el aire y los ruidos constantes causados por los aviones generan un impacto directo en la salud de las personas y, consecuentemente, en su esperanza de vida.
El daño económico no sería menor: millones de euros en depreciación de las viviendas, emigración de la población, etcétera. No queremos ni debemos resignarnos a esto. El pasado domingo 19 se produjo la primera manifestación contra la ampliación del aeropuerto, y allí estuvimos.
Será la primera de tantas iniciativas como hagan falta para parar el proyecto. Desde nuestra formación la respuesta es clara: hay que apostar por un modelo de transporte más cercano, verde y respetuoso con el bienestar de sus vecinas y vecinos. La calidad de vida de la gente tiene que ser la medida y el objetivo del desarrollo económico, y nunca al revés.