Sobre la huelga encubierta de recogida de basura y otras suciedades
Una semana después, las calles están llenas de basura, los vecinos tienen que cambiarse de acera para pasar, ven ratas cruzando las calles y el olor les da náuseas, pero ‘aquí no pasa nada’
PARLA/ 15 DICIEMBRE 2014/ “Es una auténtica vergüenza, huele a mierda y hay hasta ratas”. Es la frase más repetida entre los vecinos si caminas por las calles de la ciudad estos días. Hay una huelga encubierta de recogida de basura y es una huelga totalmente discriminatoria, ya que hay puntos de la ciudad en los que sí se recogen los residuos y otros en los que no, y esta discriminación es clara: allí donde más daño se puede hacer, se dejan los montones malolientes de desechos, como es el caso, por poner un ejemplo, de los contenedores que lindan con la fachada de la escuela infantil El Pichón, en la calle Alfonso XII.
Hay una huelga encubierta en el servicio municipal de recogida de basura y su objetivo está claro, manchar -nunca mejor dicho- la imagen de la nueva ‘alcaldesa por sorpresa’, Beatriz Arceredillo, y motivarla -llamémoslo así- a que deje el trono consistorial a favor del candidato oficial del PSOE en Parla, Pablo Sánchez Pastor. Los instigadores de estas acciones no dan la cara, los sindicatos se lavan las manos, el partido del Gobierno local niega que haya huelga alguna y la oposición clama al cielo culpando a unos, a otros, a los que están imputados y a los que no, a los que se fueron y a los que se quedaron.
Y mientras, las bolsas de basura se amontonan en las calles y esta bella estampa de Parla no deja de salir en la televisión, canales regionales y nacionales, como forma de acrecentar ese incentivo dirigido a Arceredillo para lograr su renuncia. Objetivo claro, insisto por si antes no fue suficientemente revelador, de quienes azuzan y celebran esta acción ilegal de algunos (no todos) los trabajadores del servicio municipal de recogida de residuos sólidos urbanos.
El Ayuntamiento de Parla le debe más de cinco millones de euros a la empresa concesionaria de este servicio, cinco millones (hay quienes dicen que esto es sólo la punta del iceberg), y por ello la empresa ha dejado de pagar las nóminas. Aunque no es algo nuevo, los impagos y retrasos se llevan sucediendo desde hace años, porque este servicio ha sido gestionado por cinco empresas diferentes desde que comenzó la legislatura y todas se han ido marchando por la puerta de atrás, sin que nadie solucione el problema.
Me consta que la alcaldesa está haciendo lo imposible por saldar la deuda cuanto antes para que la empresa pague a los trabajadores, pero no le está resultando nada fácil lograr financiación, normal, ¿quién, en su sano juicio, va a querer prestar dinero a un Ayuntamiento con un nivel de deuda tan elevado? Y si alguien lo hace, ¿a qué precio? ¿con qué intereses? Arceredillo lo tiene muy complicado para hacer lo que los vecinos esperan de ella, es una carrera de obstáculos pero con el enemigo metido en casa.
Dicho esto, a cada vecino de Parla le puede resultar más o menos indiferente quién tenga la culpa de esta situación, los intereses que haya en las distintas facciones del color que gobierna, personales o políticos, y los discursos baratos del resto de partidos, porque lo que les importa de verdad es que ellos pagan unos impuestos para recibir unos servicios públicos mínimos, como es la limpieza y salubridad de las calles, y el resultado es evidente, no se puede esconder tanta suciedad, al menos no en este caso.
OPINIÓN / Arantxa Naranjo