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“Todavía hay gente que no entiende qué es la violencia vicaria. Pero existe. Y mata”. Con esta frase contundente abrió la jornada la alcaldesa de Rivas Vaciamadrid, Aída Castillejo, este martes en la Sala Pedro Zerolo del Ayuntamiento. Lo hizo acompañada de profesionales del ámbito judicial, sanitario y social que aportaron sus voces para romper los silencios que aún rodean esta forma extrema de violencia machista. “Una mujer sola no puede. Una jueza sola no puede. Una trabajadora social sola no puede. Nos necesitamos a toda la sociedad”, insistió Castillejo, subrayando la importancia de construir redes que acompañen, sostengan y protejan.
La jornada, titulada “Violencia vicaria: actuar para protegernos”, se enmarcó en la programación del 25N, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, y puso sobre la mesa el dolor, las fallas institucionales y las propuestas urgentes ante una violencia que no siempre se reconoce, pero que deja cicatrices irreparables.
“Una mujer sola no puede. Una jueza sola no puede. Una trabajadora social sola no puede. Nos necesitamos toda la sociedad., Aida Castillejo, alcaldesa de Rivas”

Erika González: «Cuando matar no es el final, sino la última advertencia«
La primera intervención corrió a cargo de Erika García González, trabajadora social del programa de familia e infancia en Alcorcón, psicoterapeuta y docente en la Universidad Complutense. Con voz firme pero serena, empezó explicando que la violencia vicaria es una de las expresiones más invisibles y crueles del patriarcado, y que su reconocimiento ha costado años de lucha y muertes. “Solo se hace evidente con el asesinato, pero antes hay un largo proceso que no se quiere ver”, apuntó.
Narró cómo esta violencia se dirige contra los hijos e hijas como una forma de dañar a la madre, destruyendo el tejido afectivo que da seguridad. No es una violencia impulsiva ni espontánea: es estratégica, prolongada, y profundamente deshumanizadora.
“La necesidad más profunda del ser humano no es comer, es sentirse seguro. La violencia vicaria lo destruye”, Erika García

García profundizó en cómo las mujeres, especialmente aquellas atravesadas por la pobreza o la soledad, quedan atrapadas en sistemas que no las ven ni las escuchan. “Nos dicen que si no sales de una situación es porque no quieres. Pero a veces no puedes. Hay estructuras económicas, sociales y judiciales que lo impiden”. Denunció también la revictimización institucional y la carga de culpa que muchas mujeres sienten por no haber protegido a sus hijos de los maltratadores, cuando en realidad el sistema nunca les ofreció una alternativa segura.
“Decir que una madre no sale de una situación porque no quiere es cruel e injusto. Muchas veces no puede» Erika García
Una de las frases que más caló entre el público fue: “La necesidad más profunda del ser humano no es comer, es sentirse seguro. La violencia vicaria lo destruye todo porque desprotege, aísla y deja solos a los niños y las madres frente al mundo”.

Mar Rodríguez: “Trabajamos con las herramientas del amo en la casa del amo”
La médica de familia Mar Rodríguez Gimena, que ejerce en Buitrago de Lozoya, se encargó de desgranar con dureza y autocrítica las grietas del sistema sanitario a la hora de prevenir o siquiera identificar este tipo de violencia. Denunció la falta de protocolos específicos, la escasa formación profesional y una respuesta institucional que sigue anclada en estigmas que culpabilizan a las mujeres. “Las madres son manipuladoras por definición. Ese discurso aún se escucha”,lamentó.
“Trabajamos con las herramientas del amo en la casa del amo. Así no se puede proteger a nadie» Mar Rodríguez
Se refirió al escaso abordaje de la violencia vicaria en la atención primaria, y citó como ejemplo un protocolo de 40 páginas de la Comunidad de Madrid en el que solo se menciona el término una vez, sin ninguna referencia al impacto infantil. “El sistema sanitario, igual que el educativo, tiene mucho margen para ayudar, pero no lo está haciendo. Y eso es criminal”, subrayó.
Rodríguez también trajo cifras durísimas: 4,8 millones de mujeres han sufrido violencia de género en 2022. De ellas, más de 1,2 millones fueron víctimas de violencia sexual. En el 83% de los casos, el agresor era alguien conocido.

“El sistema sanitario tiene todo el potencial para prevenir, pero no lo está haciendo. Y eso es criminal», Mar Rodríguez
Reivindicó la urgencia de abordar esta violencia desde la perspectiva de los derechos humanos, y pidió formación desde la base, trabajo en red con pediatría, servicios sociales y comunidad escolar. Porque, como afirmó citando a la filósofa bell hooks: “No se puede romper la opresión usando las herramientas del opresor”.
Cira García: “Al maltratador se le sigue dando la custodia”
El cierre vino de la mano de Cira García Domínguez, jueza titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer nº1 de Getafe. Su intervención dejó helada la sala: “Cuando una persona dice que lleva una bomba en un avión, no le dejan volar. Pero cuando un padre amenaza con hacer daño a sus hijos, se le sigue dando la custodia”.
Cira fue tajante al señalar la falta de protocolos judiciales para abordar la violencia vicaria. Habló de cómo muchas mujeres que alertan del riesgo son etiquetadas como exageradas, histéricas o manipuladoras, y de cómo el sistema judicial ha fallado una y otra vez. “El problema no es solo legal, es cultural y estructural”.Viernr

“Una custodia compartida en contexto de violencia de género es como darle un mechero a un pirómano» Cira García
Explicó que la violencia vicaria no es lo mismo que la violencia infantil: “Su objetivo no es el niño, es la madre”. Y detalló cómo los agresores vicarios son calculadores, amables ante terceros, pero crueles en la intimidad. Personas que compran el silencio con consolas o iPhones, que destruyen el vínculo materno desde dentro. Que clonan teléfonos, boicotean actividades, no lavan la ropa de los niños, no permiten que usen la mochila de la madre.
Y denunció también los sesgos del sistema: “Cuando los niños denuncian, no se les cree. Se dice que fabulan, que son manipulados. Solo se les cree cuando se retractan”. Lamentó la falta de formación obligatoria en la judicatura para quienes toman decisiones que afectan a la infancia. Y criticó la custodia compartida impuesta como fórmula automática, incluso en casos de violencia de género: “Eso no es proteger. Eso es dar un mechero a un pirómano”.
Música, poesía y un grito común: no estáis solas
Como broche final, la jornada culminó con la actuación musical de Beatriz Ortiz y María Pampanas, que mezclaron versos y melodías feministas, en un homenaje a las mujeres que resisten, a las que luchan, a las que cuidan.

Entre poesía, canciones y aplausos, quedó flotando una de las frases más aplaudidas de la tarde:
“No hay lucha solitaria que pueda sustituir la fuerza de la solidaridad entre mujeres”.
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