Tres expertas y una alcaldesa comparten la urgencia de actuar colectivamente para proteger en la violencia vicaria

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“Todavía hay gente que no entiende qué es la violencia vicaria. Pero existe. Y mata”. Con esta frase contundente abrió la jornada la alcaldesa de Rivas Vaciamadrid, Aída Castillejo, este martes en la Sala Pedro Zerolo del Ayuntamiento. Lo hizo acompañada de profesionales del ámbito judicial, sanitario y social que aportaron sus voces para romper los silencios que aún rodean esta forma extrema de violencia machista. “Una mujer sola no puede. Una jueza sola no puede. Una trabajadora social sola no puede. Nos necesitamos a toda la sociedad”, insistió Castillejo, subrayando la importancia de construir redes que acompañen, sostengan y protejan.

La jornada, titulada “Violencia vicaria: actuar para protegernos”, se enmarcó en la programación del 25N, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, y puso sobre la mesa el dolor, las fallas institucionales y las propuestas urgentes ante una violencia que no siempre se reconoce, pero que deja cicatrices irreparables.

Las cuatro protagonistas del foro “Violencia vicaria: actuar para protegernos”, durante la jornada celebrada en la Sala Pedro Zerolo de Rivas. De izquierda a derecha: Erika García González, Mar Rodríguez Gimena, Cira García Domínguez y la alcaldesa Aída Castillejo / Foto Sonia Baños

Erika González: «Cuando matar no es el final, sino la última advertencia«

La primera intervención corrió a cargo de Erika García González, trabajadora social del programa de familia e infancia en Alcorcón, psicoterapeuta y docente en la Universidad Complutense. Con voz firme pero serena, empezó explicando que la violencia vicaria es una de las expresiones más invisibles y crueles del patriarcado, y que su reconocimiento ha costado años de lucha y muertes. “Solo se hace evidente con el asesinato, pero antes hay un largo proceso que no se quiere ver”, apuntó.

Narró cómo esta violencia se dirige contra los hijos e hijas como una forma de dañar a la madre, destruyendo el tejido afectivo que da seguridad. No es una violencia impulsiva ni espontánea: es estratégica, prolongada, y profundamente deshumanizadora.

Erika García González, trabajadora social y docente, desgranó las formas más sutiles e invisibles de la violencia vicaria y sus devastadoras consecuencias.

García profundizó en cómo las mujeres, especialmente aquellas atravesadas por la pobreza o la soledad, quedan atrapadas en sistemas que no las ven ni las escuchan. “Nos dicen que si no sales de una situación es porque no quieres. Pero a veces no puedes. Hay estructuras económicas, sociales y judiciales que lo impiden”. Denunció también la revictimización institucional y la carga de culpa que muchas mujeres sienten por no haber protegido a sus hijos de los maltratadores, cuando en realidad el sistema nunca les ofreció una alternativa segura.

Una de las frases que más caló entre el público fue: “La necesidad más profunda del ser humano no es comer, es sentirse seguro. La violencia vicaria lo destruye todo porque desprotege, aísla y deja solos a los niños y las madres frente al mundo”.

Eslogan de las jornadas sobre Violencia Vicaria del Ayto de Rivas / Foto Sonia Baños

Mar Rodríguez: “Trabajamos con las herramientas del amo en la casa del amo”

La médica de familia Mar Rodríguez Gimena, que ejerce en Buitrago de Lozoya, se encargó de desgranar con dureza y autocrítica las grietas del sistema sanitario a la hora de prevenir o siquiera identificar este tipo de violencia. Denunció la falta de protocolos específicos, la escasa formación profesional y una respuesta institucional que sigue anclada en estigmas que culpabilizan a las mujeres. “Las madres son manipuladoras por definición. Ese discurso aún se escucha”,lamentó.

Se refirió al escaso abordaje de la violencia vicaria en la atención primaria, y citó como ejemplo un protocolo de 40 páginas de la Comunidad de Madrid en el que solo se menciona el término una vez, sin ninguna referencia al impacto infantil. “El sistema sanitario, igual que el educativo, tiene mucho margen para ayudar, pero no lo está haciendo. Y eso es criminal”, subrayó.

Rodríguez también trajo cifras durísimas: 4,8 millones de mujeres han sufrido violencia de género en 2022. De ellas, más de 1,2 millones fueron víctimas de violencia sexual. En el 83% de los casos, el agresor era alguien conocido.

La médica de familia Mar Rodríguez Gimena denunció la falta de herramientas del sistema sanitario para detectar y abordar la violencia vicaria / Foto Sonia Baños

Reivindicó la urgencia de abordar esta violencia desde la perspectiva de los derechos humanos, y pidió formación desde la base, trabajo en red con pediatría, servicios sociales y comunidad escolar. Porque, como afirmó citando a la filósofa bell hooks: “No se puede romper la opresión usando las herramientas del opresor”.

Cira García: “Al maltratador se le sigue dando la custodia”

El cierre vino de la mano de Cira García Domínguez, jueza titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer nº1 de Getafe. Su intervención dejó helada la sala: “Cuando una persona dice que lleva una bomba en un avión, no le dejan volar. Pero cuando un padre amenaza con hacer daño a sus hijos, se le sigue dando la custodia”.

Cira fue tajante al señalar la falta de protocolos judiciales para abordar la violencia vicaria. Habló de cómo muchas mujeres que alertan del riesgo son etiquetadas como exageradas, histéricas o manipuladoras, y de cómo el sistema judicial ha fallado una y otra vez. “El problema no es solo legal, es cultural y estructural”.Viernr

La jueza Cira García Domínguez fue contundente al denunciar cómo el sistema judicial sigue fallando a las víctimas: “Se les sigue dando la custodia a los maltratadores”.

Explicó que la violencia vicaria no es lo mismo que la violencia infantil: “Su objetivo no es el niño, es la madre”. Y detalló cómo los agresores vicarios son calculadores, amables ante terceros, pero crueles en la intimidad. Personas que compran el silencio con consolas o iPhones, que destruyen el vínculo materno desde dentro. Que clonan teléfonos, boicotean actividades, no lavan la ropa de los niños, no permiten que usen la mochila de la madre.

Y denunció también los sesgos del sistema: “Cuando los niños denuncian, no se les cree. Se dice que fabulan, que son manipulados. Solo se les cree cuando se retractan”. Lamentó la falta de formación obligatoria en la judicatura para quienes toman decisiones que afectan a la infancia. Y criticó la custodia compartida impuesta como fórmula automática, incluso en casos de violencia de género: “Eso no es proteger. Eso es dar un mechero a un pirómano”.

Música, poesía y un grito común: no estáis solas

Como broche final, la jornada culminó con la actuación musical de Beatriz Ortiz y María Pampanas, que mezclaron versos y melodías feministas, en un homenaje a las mujeres que resisten, a las que luchan, a las que cuidan.

Las artistas Beatriz Ortiz y María Pampanas pusieron el broche final a la jornada con una emotiva actuación que fusionó poesía y música feminista.

Entre poesía, canciones y aplausos, quedó flotando una de las frases más aplaudidas de la tarde:

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Periodista. Directora de Noticias para Municipios y miembro de SML

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